jueves, 27 de septiembre de 2012

EVENTOS IMPORTANTES.......

 
 
COMUNICADO URGENTE
 
 

VISITA: Toma evidencia (fotos) de tu presencia en: , , ,  de la ciudad de México.

Súbela a tu carpeta de productos, o enviámela vía facebook, tendrá valor para tu evaluación. Disfruta de la ciencia, diviértete con tu familia, amigos o pareja y aprende.

martes, 25 de septiembre de 2012

PARA TRABAJAR EN TEATRO


Hola a todos, este el posible guión a trabajar en teatro con el profesor Huematzin; lean y consideren cuál acto sería el que les agrada más.
la obra se encuentra en el siguiente link:
http://es.scribd.com/doc/7040102/Bertold-Brecht-GALILEO-GALILEI-Obra-de-Teatro

domingo, 23 de septiembre de 2012

DESARROLLANDO MIS VALORES







ACTIVIDAD: OBSERVA Y ESCUCHA EL VIDEO.

Redacta una reflexión en torno a cuál es nuestro deber ciudadano ante situaciones similares, y que importancia tiene el estar realizando simulacros constantemente.
Para complementar tu escrito, recupera y anota una entrevista a un familiar que describa su experiencia durante los sismos de 1985.


NO OLVIDES VER LAS 4 PARTES RESTANTES DE ESTE DOCUMENTAL.

CANTANDO ............

 

 ACTIVIDAD: Escucha, ve y lee la traducción de esta canción para dar respuesta a las preguntas:

1) ¿ Cómo se percibe a la ciencia en esta canción?
2) ¿ Tú crees que la investigación científica pueda estar separada de las emociones?   


COMPLEMENTARIOS A CLASE....


ACTIVIDAD CIENCIAS II Y III: Observar y contestar de acuerdo con el video en el cuaderno:

a) ¿Cuáles son los estados de agregación de la materia?
b) ¿Cómo se comportan las moléculas en cada estado de agregación?
c) ¿ Qué factores modicfican un cambio de estado?

INGLES A LA CARTA

Recuerda que los textos en Inglés debes imprimirlos y pegarlos en tu cuaderno, y escribir la idea principal con tus propias palabras.
 



  
 
 
YOUR KIDS AND DRUGS
 
Martha Lucia Guevara
Kids and drugs:
Something to
talk about.
The teenage years can be difficult for youngsters and their parents. Puberty is the time that the body changes, making boys into men and girls into women. It is also a time when teens are tempted by drugs, alcohol and tobacco. Parents and teachers must warn adolescents about the health dangers they face if they use drugs, alcohol and tobacco.

If a child or teenager is already trying drugs, you can help him or her before the problem gets worse. You need to be aware of the drugs that are available. You should also know how to identify drug use by recognizing tell-tale signs in a person’s behaviour. Then you can talk openly with them about it.

Marijuana is still the most commonly used illegal drug among students. In 1995, more than one-third of U.S. high school seniors said they were smoking marijuana. Many teens get high with things that are available in the home and most stores, such as glue. Studies show that the use of alcohol remains strong and that young people are smoking more.

Use of illegal drugs may cause a student to have problems in school, increase the possibility of injuries and lead to more harmful drug use. Early intervention means dealing with a teenager’s drug problem as soon as possible, before it gets worse. This can prevent some of the serious effects of drug abuse, including legal and medical problems.

Research by organizations like the Partnership for a Drug-Free America shows that kids use drugs less when they have adults who talk to them about drug use. This information should come from parents, school teachers, counsellors, community groups and public service announcements. ”Parents are the ones who have the dominant voice and they’ve got to talk to their kids about drug use,” says Gen. Barry McCaffrey, director of the National Drug Control Policy Office.

A counsellor in a high school said after years of working with teenagers: ”Nothing good comes out of experimenting with drugs. If we could just show kids what they will look and feel like after poisoning their bodies, if we could just show kids what will happen to their grades, their health, their prospects of making money, their self-image and self-confidence, they would never start. If there was ever a job for ”virtual reality,” this is it. If parents carefully watch the school performance of their children, they will be able to spot drug use very early.”
Is someone you know using drugs?These are some signs to watch out for:
1.
Red, bloodshot eyes;
2.
Constant runny nose or sniffles;
3.
Changes in friends, especially if new friends use drugs;
4.
Objects used with drugs, such as pipes and rolling papers;
5.
Odour on clothes and in the bedroom;
6.
Use of incense and other deodorizers;
7.
Clothing, posters, jewellery, etc., promoting drug use;
8.
Changes in mood;
9.
Loss of coordination, attention or balance;
10.
Stealing or borrowing money from family members or friends.
What you can do.
1.
Encourage the person to talk openly;
2.
Don’t judge the person. Try to remain calm, factual and honest when speaking about his or her behaviour and its day-to-day effects;
3.
Let the person know what you have learned about drug abuse;
4.
Find help. Ask about treatments and support groups, health agencies and community mental health centres. Discuss your questions or problems with someone you trust, like a doctor, a counsellor, a social worker or a member of your religious community



LA LECTURA DE LA SEMANA (QUIMICA)









La química
en el siglo XXI
¿Ángel o demonio?

PARA MUCHAS PERSONAS LO "QUÍMICO" ES SINÓNIMO DE CONTAMINANTE, DAÑINO O PERJUDICIAL

ANTES DE COMENZAR
debo hacer una confesión: yo con la química llevo una relación pasional, una de esas relaciones que oscilan entre el amor y el odio. La quiero porque me ha enseñado a maravillarme con los secretos de la transformación de las sustancias, pero la detesto cuando me habla en clave, cuando me llena la memoria de símbolos y fórmulas. Me la comería a besos cada vez que me sorprende con la síntesis de un nuevo material y me fascina su persistencia por develar la identidad de las cosas, pero me saca de quicio su obsesión por los detalles y me atormentan las catástrofes que se producen cuando alguien abusa de ella o la trata de manera poco cuidadosa.

Sentimientos contradictorios

Creo que a la mayoría de la gente también la inundan sentimientos contradictorios cuando escucha las palabras química o producto químico. Por una parte, ya sea de manera consciente o inconsciente, los productos de la química nos encantan. Por ejemplo, todos saltaríamos de gusto y de emoción si mañana nos anunciaran que ya se sintetizó un fármaco para curar el cáncer o que se desarrolló un medicamento que controla definitivamente el desarrollo del virus que provoca el sida. ¿Quién se atrevería a negar que la síntesis de antibióticos, analgésicos, tranquilizantes, y hasta del famoso Viagra, nos ha cambiado la vida? También es cierto que millones de personas se benefician cada día con el incremento en la producción de alimentos debido al uso de fertilizantes y plaguicidas desarrollados por los químicos. ¿Y qué decir de los plásticos, los colorantes, las pinturas, los cosméticos, los aditivos alimenticios, las cerámicas? A ver, ¿quién sería la o el valiente que estaría dispuesto a deshacerse de toda la ropa que esté fabricada con alguna fibra sintética o que ha sido sujeta a algún proceso químico? "Desde mañana, nada de poliéster, nailon, rayón o acrilán; nada de pantalones de mezclilla ni otras prendas coloridas de lana, seda o algodón". Sin embargo, también es cierto que el adjetivo "químico" o "química" nos asusta; para muchas personas es sinónimo de contaminante, dañino o perjudicial. Es también sinónimo de artificial, y hoy en día lo artificial está bastante desacreditado frente a lo natural. ¿Qué prefieres, una camiseta de poliéster o una de algodón? ¿Qué te tomas, un vaso con jugo de naranja o una CocaCola? De alguna manera lo químico se asocia con lo artificial y lo tóxico, como si las sustancias naturales no fueran sustancias químicas y como si todo lo natural fuera inofensivo.

Entre la realidad y la ignorancia

Los odios y terrores hacia lo que suena a química surgen principalmente de dos fuentes, sólo una de las cuales me parece justificada. Por un lado, hay que reconocer que durante muchos años la industria química mundial ha desarrollado su labor sin preocuparse demasiado por el impacto ecológico de sus actividades. En algunos casos se han privilegiado las ganancias económicas sobre la salud de la población vecina a una planta química; a veces se ha ocultado información sobre la posible toxicidad de un producto o sobre sus efectos secundarios. También ha sucedido que la prisa por poner a la venta un nuevo producto impida que se realicen todas las pruebas necesarias para determinar en qué condiciones es apropiado hacer uso de la sustancia. Sea como sea, cuando se trata de sustancias químicas las consecuencias del abuso, la negligencia y la avaricia son siempre desastrosas.

Pero tampoco puede negarse que parte del miedo nace de la ignorancia. De la falta de una "cultura química" de la población en general que le ayude a evaluar las ventajas y las desventajas de usar tal o cual producto químico, que le permita distinguir razonadamente lo dañino de lo inofensivo y reconocer los alcances y las limitaciones del trabajo de los químicos. También es cierto que si todos reconociéramos la importancia de tener conocimientos básicos de química, estaríamos mejor preparados para impedir las acciones de aquellos que quieran abusar de los productos de la química o defendernos de ellas.

La imagen pública de la química

Preocupados por esta situación, en la que la química se nos presenta como un ángel o como un demonio, y en la que la visión satánica lleva la ventaja, los profesionales de la química en todo el mundo —investigadores, maestros, técnicos, industriales— han desarrollado en los últimos años un gran esfuerzo por mejorar la imagen pública de esta ciencia. Así, se han realizado múltiples congresos, seminarios y pláticas informales para discutir el tema; en las escuelas se han modificado los programas de química para hacerlos más atractivos y hacer evidente la importancia de los productos y fenómenos químicos en la vida cotidiana; también se ha buscado comprometer a las grandes industrias químicas en la protección del ambiente. Como parte importante de estas acciones, a finales de 1998 se inició la "Celebración Internacional de la Química": una gran fiesta mundial con un año de duración (de noviembre de 1998 a noviembre de 1999), en la que se realizaron cientos de eventos y actividades en todo el mundo con el fin de motivar el interés de la gente por esta ciencia, así como establecer y fortalecer los vínculos y la comunicación entre todas las personas interesadas en la química alrededor del mundo.





En esta celebración participaron diversas organizaciones de más de 115 países, las cuales hicieron un esfuerzo extraordinario por hacer patentes las contribuciones de la química a la sociedad. En nuestro país, por ejemplo, la UNAM organizó dos eventos, la "Expo-Química 2000" y el "Tianguis de la Química", en los que los asistentes pudieron mancharse las manos realizando experimentos, participar en seminarios y conferencias, y acercarse a platicar con los científicos y los industriales expertos en esta disciplina. En otros lugares se publicaron libros y revistas especiales, se emitieron estampillas postales conmemorativas, se realizaron concursos populares sobre química y se rindió homenaje a muchos científicos cuyas contribuciones fueron fundamentales para el desarrollo de esta ciencia."
 
El pasado y el futuro de la química
Una éxito importante de la Celebración Internacional de la Química es que motivó la reflexión colectiva sobre el pasado, el presente y el futuro de la química. En este ya casi fin de milenio, la química es una ciencia muy distinta de las prácticas de los alquimistas de los siglos XV y XVI y seguramente tendrá poco que ver con lo que harán los químicos dentro de trescientos años. Sin embargo, de lo que los químicos hacemos ahora y de la manera en la que la sociedad evalúe y se comprometa con nuestras acciones sin duda dependerá lo que suceda con esta ciencia en el futuro.

Por alguna extraña razón, hay químicos a quienes les molesta hablar del pasado; lo consideran demasiado tormentoso y oscuro. A mí, la verdad, me fascina. Los químicos somos herederos de una tradición milenaria empeñada en develar el secreto de la transformación de las sustancias. Nuestros antepasados, los alquimistas, persiguieron por más de dos mil años el sueño de convertir el plomo en oro, pero no para hacerse ricos, sino para transformarse a si mismos, transformar al mundo y al Universo entero. Su empeño, aunque haya quien lo niegue, no fue infructuoso pues dio lugar al nacimiento de la química como ciencia.

La química moderna se consolidó a lo largo del siglo XIX y se benefició enormemente con el desarrollo de la teoría atómica a principios del siglo XX, de manera que alrededor de 1925 alcanzó su madurez y nos transformó para siempre el mundo. Sólo para dar una idea de cómo han cambiado las cosas en estos últimos doscientos años, baste decir que a principios de 1800 los químicos conocían, si acaso, unas 300 sustancias distintas y hoy se cuentan ya cerca de ¡19 millones! Además, en los últimos cincuenta años este número ha venido duplicándose en promedio cada trece años, de manera que si continúa esta tendencia para el año 2050 llegaremos a 300 millones de compuestos químicos diferentes y a 5 000 millones para el 2100. Basta con suponer que una pequeñísima fracción de estas sustancias tendrá alguna utilidad práctica para imaginar la diversidad de nuevos medicamentos y materiales que tendremos a la mano.

La química es sin duda la mejor herramienta con la que hoy contamos para enfrentar lo que seguramente serán algunos de los grandes problemas del siglo XXI: la escasez de alimentos, la aparición de nuevas enfermedades, el agotamiento de las fuentes de energía convencionales y el deterioro del ambiente. En esta labor, sus alianzas con la biología y la física serán indispensables. El conocimiento de los fenómenos biológicos a nivel molecular permitirá, por ejemplo, realizar la síntesis de fármacos específicos para cada persona, de acuerdo a sus características genéticas particulares, y generar sustancias que controlen el funcionamiento de las células del cuerpo. La identificación de la estructura y propiedades químicas de los componentes del código genético de diversos seres vivos, incluidos los humanos, le abrirá la puerta a la reprogramación genética como vía para corregir defectos genéticos o para desarrollar cultivos más resistentes a las plagas o a la escasez de agua. Por otra parte, la comprensión de las propiedades físicas de las sustancias con base en su estructura atómica dará lugar al desarrollo de nuevos materiales, que sin duda revolucionarán áreas como la microelectrónica, los sistemas de almacenamiento y distribución de energía, y el control ambiental.

ACTUALMENTE SE CONOCEN CASI 19 MILLONES DE SUSTANCIAS DISTINTAS, PARA EL AÑO 2050 PODRÍAN SER 300 MILLONES

En el próximo milenio la química también tendrá que desarrollar las armas para conocer mejor a los monstruos de su presente y su pasado y enfrentarlos. Entre ellos se distinguen: la destrucción de la capa de ozono por la acción de agentes químicos generados por los seres humanos y el calentamiento global de la Tierra, al parecer inducido por el incremento de la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera (resultado de la quema de combustibles como el petróleo, el gas natural y el carbón). También la esperan con las fauces abiertas los problemas de la alta concentración de ozono a nivel del suelo y la devastación generada por la lluvia ácida en las grandes ciudades, fenómenos provocados por las reacciones químicas que ocurren en el interior de los motores de combustión de nuestros medios de transporte.

Una población químicamente informada

Pero la batalla central se establecerá sin duda entre el ángel y el demonio. Los enormes beneficios y avances en nuestra calidad de vida debidos a los productos de la química siempre tendrán un costo: eso parece inevitable. El reto consiste en desarrollar procesos que maximicen los beneficios y reduzcan al mínimo el impacto sobre la salud y el ambiente. También se trata de contar con una población químicamente informada y educada, que pueda juzgar y tomar decisiones sobre los materiales y sustancias que quiere utilizar, el manejo de los desechos que genera y las consecuencias de usar tal o cual producto. Una población cuya voz tenga el peso y la influencia de la razón para evitar los abusos y la negligencia de los que no entiendan o se nieguen a entender. En fin, se trata de perseguir un milenio en el que la frase "…eso tiene química" no invoque a los demonios
.




Vicente Talanquer es doctor en ciencias químicas e investigador y maestro en la Facultad de Química de la UNAM. Es autor de diversos artículos de divulgación y del libro Fractus, fracta, fractal, editado por el FCE.
 
 
 
 
 


 

LA LECTURA DE LA SEMANA (FISICA)






El cerebro y la música
Francisco Delahay y Sergio de Régules

Sabemos que todas las sociedades humanas tienen música y que las habilidades musicales se manifiestan desde las primeras etapas del desarrollo de los niños. Pero desde el punto de vista evolutivo, el origen de la música es un misterio.
LOS INSTRUMENTOS musicales más antiguos que se conocen se encontraron en las cuevas de Isturitz, en Francia, y de Geissenklösterle, en Alemania. Se trata de unas flautas hechas de hueso de ave que datan de hace unos 32 000 años. ¿Para qué usaban la música los habitantes de esas cuevas? No hay manera de saberlo porque la música no deja rastros
duraderos una vez que se acaba. Pese a todo, podríamos imaginarnos algo así: un grupo de humanos primitivos lleva a cabo sus actividades cotidianas. En las proximidades de la cueva las mujeres recogen frutos, algunas con criaturas en brazos. Los niños juegan cerca de ellas. Los hombres vigilan, arma en mano, antes de irse a cazar. Un bebé llora. Su madre le canta para tranquilizarlo. Se oyen otros sonidos: el viento pasando entre las hojas de los árboles, pájaros, el rugir de algún felino. Detrás de un árbol un hombre toca la flauta para una mujer. Cae la noche. A la luz de la fogata suena el golpeteo rítmico de un instrumento de percusión hecho de corteza de árbol. Un anciano repite monótonamente un cántico que embelesa al grupo. Todos bailan mientras tocan las flautas de hueso. El placer de la actividad coordinada genera un ambiente de camaradería que deja a los participantes extasiados.
Un misterio
Hay quien expresa su identidad por medio de su atuendo y usa la ropa como si fuera una tarjeta de presentación. Otras personas se definen por lo que leen: se puede obtener mucha información acerca de ellas examinando el contenido de sus libreros. Pero no todo el mundo les da importancia a la moda o a la lectura, ni confía su imagen personal a su vestuario o a su biblioteca. Una expresión de identidad más común es la música que escuchamos. Si te pareces a nosotros —y estamos casi seguros de que en esto sí—, entre tus pertenencias más personales se encuentra tu colección de música. La música nos gusta por diversas razones, pero sobre todo porque inspira emociones, desde la oleada de placer abstracto que nos pone la carne de gallina sin saber por qué, hasta la nostalgia del recuerdo que nos evoca. Tanto significado emocional le damos a la música que es fácil ponerse sentimental y no apreciar el enigma que entraña. Charles Darwin lo expresó por primera vez en 1871, en su tratado sobre el origen de los humanos: "Puesto que ni la capacidad de disfrutar ni la de producir notas musicales tienen la menor utilidad para el hombre en sus hábitos cotidianos, hay que clasificarlas entre las facultades más misteriosas de las que está dotado". No es que Darwin desdeñara la música ni las distintas funciones que cumple (ambientación para rituales, bálsa- mo del alma, herramienta para el cortejo). El padre de la evolución se refi ere más bien a que no es de ninguna manera evidente que las facultades musicales nos confi eran a los humanos ventajas en el juego de la supervi- vencia: no nos sirven para defendernos de las fi eras, ni para cazar a nuestras presas; no calientan nuestro hogar, no nos ayudan a obtener agua ni cuidan nuestros cultivos. Desde el punto de vista evolutivo el origen de la música es un misterio.
Para qué sirve la música
La mayoría de los investigadores que bus- can el origen de las habilidades musicales se basan en dos hechos observados y una suposición. Los hechos observados son que todas las sociedades humanas conocidas hasta hoy tienen música y que las habili- dades musicales se manifi estan desde las primeras etapas del desarrollo de los niños. Un bebé de dos meses ya discrimina entre sonidos considerados agradables y sonidos que para la mayoría son desagradables, además de ser capaz de recordar melodías escuchadas varios días antes. De aquí se puede concluir que la música es innata: nacemos dotados para apreciarla sin que nadie nos enseñe. La suposición que men- cionamos es que las habilidades innatas son adaptaciones en el sentido evolucionista del término —capacidades que dan a los organismos que las poseen mayores pro- babilidades de procrear y que, por lo tanto, van cundiendo en la población al paso de las generaciones hasta que sólo quedan individuos con esas capacidades. Dicho de otro modo, si la evolución nos ha dotado de cerebros musica- les, debe ser porque la música confi rió a nuestros antepasados alguna ventaja en el entorno en que vivían.
Así pues, indagar acerca del origen de las facultades musicales equivale a buscar qué ventajas da la música a un grupo de homínidos en las llanuras primitivas. Hay quien alega que la música servía para man- tener unido al grupo, lo cual tiene ventajas más o menos evidentes para unos organis- mos que tienen que defenderse de fi eras más fuertes y veloces que ellos, y que han de dar- les cacería para obtener alimento. Darwin, por su parte, pensaba que la música en los humanos surgió como herramienta para el cortejo, igual que la cola del pavorreal y el canto de muchas aves (opinión hoy mino- ritaria: si la música fuera de origen sexual, ¿por qué cumple tantas otras funciones y aparece en actividades tan diversas?).
¿Pastel de queso para los oídos?
El psicólogo experimental Steven Pinker, del Departamento de Psicología de la Universidad de Harvard, tiene una opinión iconoclasta: que la música no es una adap- tación, sino una especie de efecto secun- dario de otras habilidades y necesidades del organismo humano. Pinker compara la música con el pastel de queso (sin ningún afán peyorativo, hay que añadir). Este man- jar contiene grasas y azúcares en grandes cantidades y tiene una textura cremosa que hace agua la boca. El pastel de queso es una tecnología que hemos inventado para esti- mularnos artifi cialmente los circuitos cerebrales del placer. Estos circuitos han evolucionado para indicarnos que hemos efectuado una acción que mejora nuestras probabilidades de vivir; por ejemplo, obtener alimentos lle- nos de energía para sobrellevar las épocas de vacas fl acas (o, tomando en cuenta el modo de vida de nuestros antepasados, de mamuts fl acos). El pastel de queso con- centra estímulos placenteros que en cierta manera engañan al cerebro, haciéndole creer que hemos llevado a cabo una acción que promueve nuestra supervivencia. La música, según Pinker, es igual. Sus sonidos repetitivos, ordenados y predecibles, nos hacen cosquillas en los centros del placer que sirven para indicarnos que hemos encontrado un ambiente ordenado y prede- cible, un ambiente seguro.
Para sustentar su tesis del "pastel de queso auditivo" Pinker señala que la música puede ser innata sin ser adaptativa, como otras tecnologías del placer; por ejemplo, la gastronomía: el organismo sólo exige nutrientes, sin requerir que éstos vengan co- cidos, sazonados y servidos con una ramita de cilantro. Además, dice Pinker, la hipóte- sis de la cohesión social y las otras de ese tenor —que la música tranqui- liza, o que fortalece el vínculo entre la madre y la cría— en el fondo no dicen nada acerca del origen de la música. En efecto, habría que explicar entonces por qué la música favorece la cohesión social, tranquiliza o fortalece el vínculo con la madre.
Percepción del sonido
Describir el sonido en términos de sus ca- racterísticas físicas medibles es una cosa; entender los detalles de nuestra sensación auditiva, que tiene bastante de subjetivo, es otra muy distinta. La percepción, en general, es una colaboración entre el órgano que capta el estímulo y el cerebro, que lo interpreta.
El sonido está lleno de información útil acerca del entorno y acerca del prójimo. Para extraerla e interpretarla el cerebro no actúa como una simple grabadora, que recibe una señal y la registra tal cual, sino que distribuye el estímulo sonoro a diversas regiones del encéfalo, donde se llevan a caso los procesos de reconocimiento e interpretación.
El oído es un analizador de ondas sonoras. Cuando se produce un sonido, entra por el canal auditivo, que tiende a amplifi car las frecuencias altas (los sonidos agudos). El tímpano vibra y estas vibraciones se comunican a la cóclea, órgano en forma de tubo enrollado donde se alojan las células ciliares. Estas células son como varillas muy delgadas de distintos tamaños. Las más cortas resuenan con las componentes agudas del sonido, las más largas responden a las notas graves, de frecuencias más bajas.
La cóclea, con ayuda de las células ciliares y la membrana basilar, separa el sonido en señales distintas para cada intervalo de frecuencias. Estas señales se transmiten a un haz de fi bras nerviosas conocido como nervio auditivo, que las lleva al cerebro como si viajaran por cables separados.
La primera parada en el cerebro es el tálamo, estructura situada en el centro del órgano y que retransmite la señal a la corteza auditiva primaria. Ésta identifi ca la frecuencia y la intensidad (la nota y el volu- men, digamos) del tono que se escucha. Las cortezas auditivas —primaria, secundaria y terciaria— se localizan a ambos lados del cerebro, en una región llamada surco lateral, o cisura de Silvio.
Pero identificar la nota y el volumen de los sonidos que van llegando no basta para reconocerlos como música. Para eso está la corteza secundaria, que analiza información acerca de la armonía (la relación de las notas que suenan al mismo tiempo), la melodía (la relación de las notas en su sucesión temporal) y el ritmo (el patrón de notas acentuadas y notas débiles). Ahora sólo falta integrar toda esa información. De eso se encarga la corteza terciaria, y de allí la señal pasa a otros de- partamentos cerebrales, como veremos.
Notas y neuronas
Los investigadores de la neurofisiología de la música han empe- zado a entender estos procesos en los últimos años. Para explorar los vericuetos que sigue la música por el cerebro algunos investigadores llevan a cabo estudios de personas con lesiones cerebrales que afectan alguna de sus capacidades musicales. Localizando la lesión en el cerebro se pueden hacer de- ducciones acerca de la función que cumple la zona afectada en el reconocimiento de la música. Otros investigadores emplean téc- nicas para visualizar la actividad cerebral en tiempo real, como la tomografía de emisión de positrones y la resonancia magnética funcional. Estas técnicas permiten observar al cerebro en acción al procesar música. Así se han dado cuenta de que la música no sólo activa la corteza auditiva, sino también otras regiones del cerebro espe- cializadas en tareas muy diversas: las que controlan los músculos (particularmente en las personas que tocan algún instrumento), los centros del placer que se activan durante la alimentación y el sexo, las regiones asociadas con las emociones y las áreas encargadas de interpretar el lenguaje.
Según Robert Zatorre, neurocientífico del Instituto Neurológico de Montreal, las actividades musicales —escuchar, tocar, componer— ponen a funcionar casi todas nuestras capacidades cognitivas. Muchos neurocientíficos se interesan en la neurofisiología de la música porque ésta puede revelar muchas cosas acerca del funcionamiento general del cerebro.
La música y el lenguaje
El estudio de la percepción del lenguaje ha influenciado y precedido en muchos aspectos al estudio de la percepción musical, seguramente por ser ambos, música y lenguaje, información transmitida por medio de sonidos.
Pero hoy sabemos que el cerebro no procesa igual la música y el lenguaje. Isabelle Peretz, guitarrista y psicóloga de la Universidad de Montreal, y su equipo han realizado estudios del trastorno conocido como amusia, la imposibilidad de reconocer sonidos musicales. Los participantes son incapaces de aprenderse melodías sencillas y de detectar errores en una melodía conocida. Sin embargo, conservan sus habilidades lingüísticas intactas. Por ejemplo, distinguen perfectamente entre la entonación de una afirmación y la de una pregunta. Peretz opina que la amusia se debe a algún trastorno de la corteza auditiva primaria, donde se reconocen las notas y su sonoridad, el primer paso que lleva a cabo el cerebro al analizar la música.
Por si eso no bastara para distinguir la música del lenguaje, los investigadores han descubierto que éste se procesa preferentemente en la corteza auditiva del hemisferio izquierdo del cerebro, más dado al análisis, mientras la música se procesa más bien (aunque no exclusivamente) en la corteza auditiva derecha. En los músicos la corteza izquierda interviene más que en las personas que no lo son, sin duda porque los músicos escuchan la música de manera más analítica.
Con todo, las analogías entre música y lenguaje siguen guiando investigaciones. En los años 50 el lingüista Noam Chomsky alegó que el cerebro humano ya viene equipado con una especie de programa de gramática, pero no para un lenguaje específico, sino una gramática universal. Así, todas las lenguas del mundo, por distintas que nos parezcan, tendrían una estructura común a cierto nivel. Algunos compositores, lingüistas y musicólogos han extendido las ideas de Chomsky a la música. El lingüista Ray Jackendoff y el compositor Fred Lerdahl propusieron en 1983 una teoría de la gramática universal de la música, según la cual una composición se construye con un número limitado de notas que se combinan según un conjunto de reglas (la gramática musical). Las reglas dan a las notas una estructura dividida en capas de significado musical. Al escuchar la secuencia de notas, el cerebro del oyente reconoce esas capas de la misma manera que en el lenguaje reconoce verbos, sustantivos, adjetivos y todo lo demás.
El etnomusicólogo estadounidense Alan Lomax llegó a una conclusión chomskiana, también en los años 50, luego de analizar las canciones de muchas culturas. Según Lomax, igual que por medio del habla se puede construir un número infinito de frases a partir de un número finito de sonidos, un número infinito de canciones se puede generar a partir de sólo 37 elementos rítmicos, armónicos y melódicos. Más recientemente, en los años 90, Jukka Louhivuori y Petri Toiviainen, de la Universidad de Jyväskyklä, en Finlandia, también influenciados por las ideas de Chomsky, han diseñado modelos generadores de melodías y los han convertido en programas de computadora que "componen" frases musicales. Louhivuori y Toiviainen han probado la eficacia de estos programas como imitadores de los compositores humanos haciendo que muchas personas escuchen y evalúen las melodías.
Sonidos musicales
Para producir sonido hay que poner a vibrar algún objeto. Las cualidades del sonido dependen de las propiedades de las ondas que produce el objeto en el aire al vibrar. La sensación de sonoridad (o volumen) depende de la amplitud o tamaño de la vibración. La sensación de nota (do, re, mi, fa, sol…) es función de la frecuencia: cuántas veces vibra por segundo. Hay otra cualidad menos evidente que se conoce como timbre. El timbre es lo que permite distinguir un piano de una campana, un violín de una flauta, una voz de otra, incluso cuando estos instrumentos emiten la misma nota con la misma sonoridad. ¿De qué características físicas depende el timbre? Una gran variedad de objetos —cuerdas, objetos huecos, membranas tensas, columnas de aire confinadas en tubos— producen al vibrar ondas de muchas frecuencias distintas, pero con una organización particular: una frecuencia más baja, que llamamos fundamental y que da la nota que escuchamos, y luego todos los múltiplos de esa frecuencia: el doble, el triple, el cuádruple y todos los demás. Estas frecuencias superiores se conocen como armónicos. Por lo general la frecuencia fundamental es la más intensa y los armónicos son progresivamente más débiles. ¿Qué tanto? Eso depende del objeto que vibra. El patrón de intensidades relativas de la frecuencia fundamental y sus armónicos es como la huella digital que distingue a un objeto que suena de otro.
El desafío pinkeriano
Septiembre de 2004, Reading, Inglaterra. Reunión de investigadores de la evolución del lenguaje y de la música. En una de las sesiones, el especialista en educación musical Pedro Espi-Sanchis reparte tubos de plástico de distintas longitudes y pone a los investigadores a soplar para producir silbidos, indicándoles que no repitan lo que hacen los demás. Al cabo de unos minutos, los silbidos cacofónicos se convierten espontáneamente en una agradable melodía sin que nadie se lo proponga. Todos bailan mientras tocan las flautas de plástico. El placer de la actividad coordinada genera un ambiente de camaradería que deja a los participantes extasiados.
A muchos de esos participantes la experiencia también los dejó más convencidos de que la música no es pastel de queso auditivo, como propuso Steven Pinker en 1997, sino una adaptación que cumple una función evolutiva. El experimento de Espi-Sanchis favorece la hipótesis de que la música servía para organizar las tareas colectivas y reforzar los lazos afectivos de los grupos.
El debate del origen evolutivo de la música no está zanjado. Muchos investigadores, sin ser de la opinión de Pinker, han aceptado el desafío que ésta implica y siguen buscando la manera de averiguar si la música cumplió una función adaptativa en nuestros antepasados, o si es, en cambio, un efecto secundario, muy afortunado, eso sí. Además de arrojar luz sobre el funcionamiento del cerebro en general, las investigaciones acerca de la neurofisiología de la música seguramente ayudarán a dar respuesta al enigma evolutivo.

Francisco Delahay y Sergio de Régules han tocado juntos en quién sabe cuántos grupos y compuesto en colaboración varias piezas de humorismo musical. Francisco es compositor y etnomusicólogo y vive en Finlandia. Sergio es físico y divulgador de la ciencia. Trabaja como coordinador científico de ¿Cómo ves?

lunes, 17 de septiembre de 2012

3er SESION AULA DIGITAL




Da click en el enlace para navegar en y encontrar el recurso solicitado durante la sesión.

EN CULTURA GENERAL (POESÍA)


CANTANDO


 
Para reafirmar la importancia del conocimiento científico les dejo la siguiente canción, escuchen y lean, para dar respuesta a las interrogantes planteadas posteriormente en clase.


 
 
 
 
                                                                                                                   
 

DE INTERÉS....



Este es un video dirigido a los alumnos de Ciencias III, en él descubrirán la importancia de la Química en nuestra vida cotidiana.

domingo, 16 de septiembre de 2012

DESARROLLANDO MIS VALORES


 

Y ahora que ya hemos trabajado en tutoría, que conocemos nuestras fortalezas y nuestras áreas de oportunidad; debemos entonces trabajar a fondo  principalmente con tus sueños u objetivos a lograr en este primer bimestre; así que te invito a ver el siguiente cortometraje, con el cual pretendo que todos en conjunto nos demos cuenta que, en la vida los límites nos los ponemos nosotros mismos; que puede en el camino costarnos trabajo lograrlo, pero la recompensa es gratificante, no para los demás, como a veces quisieramos, pero si para nosotros mismos.
Espero te agrade.


¿POR QUÉ LEER Y ESCRIBIR TAMBIEN EN CIENCIAS?

Sé que te preguntarás porque debes leer y escribir en mi asignatura, pues bien aquí te doy los puntos más sencillos (que seguramente desde la primaria te dieron) por los cuales un divulgador de la ciencia y un aprendiz como tú, debe desarrollarlos:

1.-. El saber leer nos ayuda a conocer las ideas y pensamientos de los autores.

2. La lectura nos permite entrar a mundos fantásticos, narraciones extraordinarias y en los mas profundos sentimientos de los escritores.

3. Nos permite conocer la historia, en algunas ocasiones, narrada por personajes de época que vivieron esa etapa.

4. Nos permite crear nuestra propia opinión acerca del origen y el final de nuestra existencia al conocer las diferentes religiones y teorías que existen alrededor de este tema.

5. También nos ayuda a estar actualizados en los que acontece día a día a nivel nacional e internacional en cuestiones: políticas, deportivas,económicas, climatológicas, etc.

PARA QUE SIRVE ESCRIBIR

1. Podemos plasmar nuestras ideas, opiniones o comentarios acerca de algún tema para que los demás conozcan nuestra manera de pensar.

2. Actualmente es la forma más práctica de comunicarnos ya sea víae-mail y conocer gente nueva a través del chat.

3. Es la herramienta principal de los autores de canciones, poemas y escritores para dar a conocer su forma de ver la vida.

4. Nos ayuda a narrar, con nuestro propio estilo, lo que sucede a nuestro alrededor.








 

jueves, 13 de septiembre de 2012

INGLES A LA CARTA



This year’s Earth Day theme, “The Sky’s
the Limit” is also very true when it comes
to careers in chemistry. For this year’s
Chemists Celebrate Earth Day celebration,
I traveled all the way to Pennsylvania,
where I met Mary Kate Boggiano, a chemist
with Armstrong World Industries!

Ms. Boggiano makes new adhesives and coatings for floors. Adhesive is another name for glue! Coatings are used to protect things. The coatings she makes are used to protect floors. This is like wearing my lab coat to protect my clothes, but the coatings she makes are created to stay on all the time! Ms. Boggiano investigates different coatings and adhesives to see whether a material already exists and then researches to see if it will work on the flooring.

Not all coatings and adhesives work the same. For example, some floors are made of wood and others are made of plastics or other materials. Coatings and adhesives react differently to different materials, so she works to find the best ones for each need!
In the lab, Ms. Boggiano makes new materials that she thinks will make good coatings and
adhesives. She also tests them for different things like stickiness, discoloration, hardness, and other properties that affect how they will last and look. When working with chemicals, she always wears her safety goggles (like me) and never works alone!
One of the important things in designing floor coatings and adhesives is to make sure they
contain no (or low) volatiles. Volatiles are chemicals that vaporize, or go into the air. Fewer volatiles means the air will be healthier to breathe and is much safer for the atmosphere.
I asked Ms. Boggiano if she liked science when she was growing up. She said she has “always been fascinated with learning how materials and technologies work.” She also told me she was “very fortunate to have family and friends who encouraged her to be curious about the world around her.”
In school, although she felt like she did better in math than chemistry, thinks that “chemistry is more fun because chemical reactions are everywhere in life.

LA LECTURA DE LA SEMANA... (continuación)





Indudablemente, el trabajo del científico es duro, entregado, casi siempre vocacional y muy meritorio, pero sus frutos deben hacerse colectivos, es decir, divulgarse. Evidentemente, divulgar la ciencia, no es contar a todo el mundo el resultado de los experimentos: para eso ya están las revistas científicas que, por supuesto, ni son divulgativas ni pretenden serlo. Divulgar la ciencia es hacer accesible al público en general, no los detalles del trabajo científico, sino lo general, es decir, lo que trasciende, y por eso la divulgación científica puede estar muy cerca de la filosofía. Hay quien pensará que un científico se tiene que dedicar a la ciencia y no a la filosofía: una visión simple, porque ambas, ciencia y filosofía, van de la mano. Lyn Margulis decía, refiriéndose a sus clases de ciencias naturales en la Universidad de Chicago: “Allí la ciencia facilitaba el planteamiento de las cuestiones profundas en las que la filosofía y la ciencia se unen: ¿Qué somos? ¿De qué estamos hechos nosotros y el universo? ¿De dónde venimos? ¿Cómo funcionamos? En este mismo sentido, el neurocientífico Antonio Damasio decía hace poco en una entrevista concedida a El País Semanal que “las ciencias que tienen que ver con el cerebro y con la mente no pueden separarse de las preocupaciones filosóficas”. Igualmente, preguntarse ¿Cómo vería el mundo si estuviese cabalgando en un rayo de luz? también es filosofar, pero esa pregunta “filosófica” es lo que llevó a Einstein a elaborar la teoría de la relatividad. 
En los países europeos y anglosajones, a los que tanto admiramos en muchas cosas, es normal que los científicos hagan “filosofía”. Hoy es casi un requisito indispensable para el que quiera desarrollar una carrera investigadora, que haya desempeñado parte de su trabajo en Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Alemania…, países a los que tenemos como modelo. Pues de Estados Unidos han salido algunos de los más grandes divulgadores científicos del siglo XX, como Isaac Asimov, Carl Sagan o Stephen Gould. Por tanto, si queremos emular a esos países aventajados en desarrollo científico, no debemos olvidar que allí también se “filosofa”, al menos más que aquí. En esos países punteros en ciencia, hablar de biología e ideología, por ejemplo, no es cosa de ilusos o despistados. Nada menos que en las Massey Lectures -donde han participado intelectuales como Noam Chomsky, Doris Lessing, Lévi-Strauss o Galbraith- hablaba en 1990 Richard Lewontin sobre biología e ideología. Allí, el debate sobre la tercera cultura ha sido extenso y aquí muchos científicos ni siquiera han oído hablar de ella… En definitiva, despreciar la divulgación científica o sostener que ciencia y filosofía no tienen nada que ver es un gran error. Einstein, Gould, Asimov, Sagan, Margulis, Damasio, Lewontin… y tantos otros científicos-filósofos son ante todo científicos, pero su preparación intelectual les lleva un paso más allá hacia la dimensión filosófica o divulgativa, y eso no sólo no resta nada a su trabajo científico, sino que lo engrandece. 
Muchos pensarán, con gran razón- que el debate científico, que en nuestro país apenas se da, en otros, aun produciéndose, es sólo patrimonio de una élite intelectual. Es cierto, y sin embargo a nadie se le escapa que el deseo y la capacidad de conocer, de saber de verdad, nos define como especie. El éxito televisivo que tuvo en su día la serie Cosmos o que han tenido posteriormente otros programas de divulgación científica pone de manifiesto la posibilidad de pensar que no sólo de basura espiritual vive el Homo sapiens 1.700 años después de la destrucción de la Biblioteca de Alejandría. 
Sólo queda procurar que los ciudadanos entiendan como una necesidad la popularización de ese debate y que esa demanda tenga sus vías de desarrollo. En cualquier caso, los profesionales de la ciencia que consideren que las dimensiones divulgativa y filosófica no son propias del científico, deberían reflexionar sobre otra cosa. Los gobiernos no suelen dar nada si no es movidos por la presión social. Si la ciudadanía no cree necesaria la labor del científico, porque el científico no ha sabido transmitir la importancia de esa labor, luego no nos quejemos de que los gobiernos, a falta de esa presión social, no atiendan como es debido al investigador. ¿Por qué iban a hacerlo, por imperativo moral? .

miércoles, 12 de septiembre de 2012

LA LECTURA DE LA SEMANA


¿Le importa a alguien la divulgación científica?

Raquel Bello-Morales

“¿A qué  se debe que Occidente se adormeciera durante mil años de tinieblas hasta que Colón y Copérnico y sus contemporáneos redescubrieron la obra hecha en Alejandría? […] La ciencia y la cultura en general estaban reservadas para unos cuantos privilegiados. La vasta población de la ciudad no tenía la menor idea de los grandes descubrimientos que tenían lugar dentro de la Biblioteca. Los nuevos descubrimientos no fueron explicados ni popularizados.” Cosmos, Carl Sagan.


Preguntar si le importa a alguien la divulgación científica es lo mismo que preguntar si le importa a alguien la ciencia. La ciencia es un producto social, como todo lo humano. Quien inventó el astrolabio, quien descubrió la fisión nuclear, el primero que teorizó sobre el átomo, quien descubrió la circulación de la sangre, o el primero en sospechar que la Tierra era redonda… todos ellos y ellas recibieron y dieron sus conocimientos de y a la sociedad. Si se hubieran criado solos en la selva, no habrían recibido nada de la sociedad y no habrían devuelto nada tampoco. La ciencia no es de nadie, es colectiva, fruto de siglos de pequeñas aportaciones unas veces aparentemente vanas y otras más decisivas. Estas aportaciones van encadenadas, y cada una de ellas se basa en las anteriores. Por eso, la cuestión de si hay que divulgar la ciencia carece de sentido, porque no se trata de que los científicos den, sino de que devuelvan.  

Hay un hecho histórico que fue relatado maravillosamente por el astrónomo y magnífico divulgador científico Carl Sagan: la quema de la Biblioteca de Alejandría y el asesinato de Hipatía. Me voy a permitir incluir este esclarecedor fragmento de su obra Cosmos donde lo relata: 

«Sólo en un punto de la historia pasada hubo la promesa de una civilización científica brillante. Era beneficiaria del despertar jónico, y tenía su ciudadela en la Biblioteca de Alejandría, donde hace 2.000 años las mejores mentes de la antigüedad establecieron las bases del estudio sistemático de la matemática, la física, la biología, la astronomía, la literatura, la geografía y la medicina. Todavía estamos construyendo sobre estas bases. La Biblioteca fue construida y sostenida por los Tolomeos, los reyes griegos que heredaron la porción egipcia del imperio de Alejandro Magno. Desde la época de su creación en el siglo tercero a. de C. hasta su destrucción siete siglos más tarde, fue el cerebro y el corazón del mundo antiguo […] Es evidente que allí estaban las semillas del mundo moderno. ¿Qué impidió que arraigaran y florecieran? ¿A qué se debe que Occidente se adormeciera durante mil años de tinieblas hasta que Colón y Copérnico y sus contemporáneos redescubrieron la obra hecha en Alejandría? No puedo daros una respuesta sencilla. Pero lo que sí sé es que no hay noticia en toda la historia de la Biblioteca de que alguno de los ilustres científicos y estudiosos llegara nunca a desafiar seriamente los supuestos políticos, económicos y religiosos de su sociedad. Se puso en duda la permanencia de las estrellas, no la justicia de la esclavitud. La ciencia y la cultura en general estaban reservadas para unos cuantos privilegiados. La vasta población de la ciudad no tenía la menor idea de los grandes descubrimientos que tenían lugar dentro de la Biblioteca. Los nuevos descubrimientos no fueron explicados ni popularizados. La investigación les benefició poco. Los descubrimientos en mecánica y en la tecnología del vapor se aplicaron principalmente a perfeccionar las armas, a estimular la superstición, a divertir a los reyes. Los científicos nunca captaron el potencial de las máquinas para liberar a la gente. Los grandes logros intelectuales de la antigüedad tuvieron pocas aplicaciones prácticas inmediatas. La ciencia no fascinó nunca la imaginación de la multitud. No hubo contrapeso al estancamiento, al pesimismo, a la entrega más abyecta al misticismo. Cuando al final de todo, la chusma se presentó para quemar la Biblioteca no había nadie capaz de detenerla».Carl Sagan, Cosmos.

La auténtica democracia implica que la ciudadanía participe de verdad en los avances sociales. Los ciudadanos debemos estar formados e informados, debemos estar preparados intelectualmente para recibir con capacidad crítica lo que nuestros representantes nos dicen. Y conseguir esa preparación intelectual requiere tener una concepción del mundo, una cosmovisión: cómo funciona la naturaleza, la sociedad, el ser humano... Ahí es donde tiene su papel el divulgador científico. Nuestro país en este sentido ha sido, desgraciadamente, bastante miope. No en vano hemos sufrido 40 años de exterminio del pensamiento y la cultura. Lo de «¡Abajo la inteligencia, viva la muerte!» no fue sólo la ocurrencia de un chiflado, fue una manera de pensar que nos ha dejado sus pozos y nos ha pasado factura. Pero incluso después de un devastador incendio y bajo las más negras cenizas puede surgir de nuevo la vida. Por fortuna, ahora podemos disfrutar en nuestro país de divulgadores extraordinarios. Pero si su labor no cala en la sociedad  ¿Para qué sirve? ......... (CONTINUARÁ)